viernes, 16 de octubre de 2009

Más ahorro por lámparas bajo consumo que por cambio horario

Por Leandro Renou

Si bien existen altas chances de que el Gobierno no implemente el adelantamiento de una hora a partir del domingo a la medianoche, ya circulan cifras que evidencian que el ahorro de energía por la modificación horaria no tendría un impacto tan importante como en años anteriores. Desde la Secretaría de Energía estiman que, en esta oportunidad, “el ahorro sería en torno al 2% en el pico de potencia de la noche”. Un dato bastante menos importante que el 7% que se logró preservar el año pasado. En este sentido, en el Gobierno prefieren ser cautos y dejar en claro que “el abastecimiento de energía está controlado, por lo cual si no se cambia la hora, tampoco habrá inconvenientes”.

De todas maneras, tanto en la esfera oficial como en el ámbito privado, se sabe que hay otros factores que representan un cuidado del recurso más concreto: la propia presidenta de la Nación, Cristina Fernández expresó, en el marco de la apertura del Congreso Mundial de Gas, que ya se repartieron 9 millones de lámparas bajo consumo en todo el país, “lo que permitió un ahorro de 400 MW, lo que equivale a lo que genera Atucha”.

Si bien a esta altura, y según el cronograma oficial, deberían haberse cambiado algo más de 10 millones de focos, la política de intensificación de las entregas fue prioridad número uno para los encargados del plan: del total repartido, 5 millones se entregaron en Capital y GBA, el conglomerado que consume el 50% de la demanda nacional, y esto no es todo, ya que tanto Edenor como Edesur y Edelap están distribuyendo cuatro lámparas por hogar, en lugar de dos. “La idea es que no falte una lámpara bajo consumo en el Conurbano”, explicó a este medio un funcionario de Planificación.

Por otra parte, la suba de tarifas, aunque en menor medida, habría actuado como disuasor de las demandas elevadas, aunque sólo el impacto se notaría en los hogares de clase media que, imposibilitados de afrontar los pagos, decidieron bajar el consumo. No sucedería lo mismo en los sectores más pudientes que, históricamente, nunca mostraron en los números una voluntad clara de controlar el gasto, avalados desde hace más de 7 años por tarifas congeladas a valores pre-crisis.

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